domingo, 10 de enero de 2016

Quevedo, poemas


A una nariz

Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un pez espada muy barbado.

Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba, 
era Ovidio Nasón más narizado

Érase un espolón de una galera,
Érase una pirámide de Egipto;
las doce tribus de narices era.

Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.


¡Ah de la vida!" ... ¿Nadie me responde?

¡Ah de la vida!" ... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las Horas mi locura las esconde.

¡Que sin poder saber cómo ni adónde,
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde.

Ayer se fue; mañana no ha llegado;
hoy se está yendo sin parar un punto;
soy un fue, y un será y un es cansado.

En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.


Amor constante más allá de la muerte...

Cerrar podrá mis ojos la postrera 
sombra que me llevare el blanco día, 
y podrá desatar esta alma mía 
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no de esotra parte en la ribera 
dejará la memoria en donde ardía: 
nadar sabe mi llama la agua fría, 
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido, 
venas que humor a tanto fuego han dado, 
medulas, que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejarán, no su cuidado; 
serán cenizas, mas tendrán sentido; 
polvo serán, mas polvo enamorado.


Amor impreso en el alma...

Si hija de mi amor mi muerte fuese, 
¡qué parto tan dichoso que sería 
el de mi amor contra la vida mía! 
¡Qué gloria que el morir de amar naciese!

Llevara yo en el alma, adonde fuese, 
el fuego en que me abraso, y guardaría 
su llama fiel con la ceniza fría, 
en el mismo sepulcro en que muriese.

De esotra parte de la muerte dura, 
vivirán en mi sombra mis cuidados, 
y más allá del Lethe mi memoria.

Triunfará del olvido tu hermosura; 
mi pura fe y ardiente, de los hados, 
y el no ser por amar, será mi gloria...

Definiendo el amor

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.


Fue sueño ayer, mañana será tierra...

Fue sueño ayer, mañana será tierra. 
¡Poco antes nada, y poco después humo! 
¡Y destino ambiciones, y presumo 
apenas punto al cerco que me cierra!

Breve combate de importuna guerra, 
en mi defensa, soy peligro sumo, 
y mientras con mis armas me consumo, 
menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

Ya no es ayer, mañana no ha llegado;
hoy pasa y es y fue, con movimiento
que a la muerte me lleva despeñado.

Azadas son la hora y el momento 
que a jornal de mi pena y mi cuidado 
cavan en mi vivir mi monumento.
Miré los muros de la patria mía...

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.


Letrilla satírica

Madre, yo al oro me humillo; 
él es mi amante y mi amado, 
pues, de puro enamorado, 
de contino anda amarillo. 
Que pues, doblón o sencillo, 
hace todo cuanto quiero 
poderoso caballero 
es don Dinero. 

Nace en las Indias honrado, 
donde el mundo le acompaña; 
viene a morir en España, 
y es en Génova enterrado. 
Y pues quien le trae al lado 
es hermoso, aunque sea fiero, 
poderoso caballero 
es don Dinero. 

Es galán y es como un oro, 
tiene quebrado el color 
persona de gran valor, 
tan cristiano como moro. 
Pues que da y quita el decoro 
y quebranta cualquier fuero 
poderoso caballero 
es don Dinero. 

(…)